¿Rescates o cooperativas?

Traducción al castellano del debate que tuvo lugar en libcom.org sobre cooperativas y autogestión, y su uso como herramienta estratégica.

Submitted by grupo_ruptura on December 9, 2009

¿Rescates o cooperativas?
Al entrar el capitalismo en crisis (de nuevo), los Estados han acudido al rescate del sector financiero, y se ha demandado ayuda para salvar determinadas industrias. Hay muchas razones para rechazarlo, pero el problema es que sus trabajadores resultarían perjudicados de no llevarse a cabo. Como tal, creo que sería muy acertado por parte de los anarquistas que tuvieran alguna idea de qué hacer – más allá, por supuesto, de las llamadas a la revolución social.
¿Sería buena idea que en lugar de rescatarlas, las empresas se convirtieses en cooperativas? Se trataría de una alternativa libertaria frente a darles dinero a los capitalistas o nacionalizar los centros de trabajo.
En 1848, Proudhon decía que él:
“no quería ver al Estado confiscar las minas, los canales y los ferrocarriles; eso se sumaría a la monarquía y resultaría en más esclavitud asalariada. Queremos que las minas, los canales y los ferrocarriles sean entregados a asociaciones obreras organizadas democráticamente…”
En su obra clásica La idea General de la Revolución, sugirió algo similar como parte de su crítica al capitalismo, influyendo en los Communards, que convirtieron los centros de trabajo vacíos en cooperativas.
En 1912, Kropotkin se expresó de una forma parecida. Señalo que “Las fases del Estado que estamos atravesando ahora parecen ser inevitables”. Sin embargo, ayudando “a los sindicatos a obtener la posesión temporal de las empresas industriales” los anarquistas estarían proporcionando “un medio efectivo para controlar la nacionalización estatal”. Es decir, existe una tradición anarquista que reclama este tipo de medidas.
A todo esto hay una objeción obvia; la de que esto no es socialismo sino tan sólo “capitalismo obrero”.
De acuerdo, no es socialismo, pero contiene más elementos socialistas que las alternativas del rescate o la nacionalización. Es una propuesta que se podría aplicar aquí y ahora, donde una revolución social es actualmente poco probable. Si nuestra postura es la de la pureza revolucionaria, es bastante probable que nadie nos haga mucho caso y, si estalla una revuelta, nuestra influencia será menor de la que sería posible si afrontásemos las cuestiones sociales de hoy.
Formulada de forma correcta, esta propuesta podría emplearse para acercarnos a nuestro objetivo inmediato: un movimiento social libertario que use la acción directa y la solidaridad para mejorar la sociedad.
¿Qué pasa con la idea de que esto no es más que “capitalismo obrero”? Es una idea confusa. No es capitalismo porque los trabajadores poseen y controlan sus propios medios de producción. Si citar a Engels no esta demasiado fuera de lugar, el
“objeto de la producción –producir mercancías- no da al instrumento el carácter de capital” ya que “la producción de mercancías es una de las precondiciones de la existencia del capital… siempre que el productor venda sólo lo que él produzca, no es un capitalista; sólo se convierte en capitalista en el momento en que hace uso de su instrumento para explotar el trabajo asalariado de otros.”
Así que las asociaciones de obreros no son capitalistas, como Marx también dejo claro.
Esta es la distinción que hacía Proudhon entre propiedad y posesión, y colocaba a las asociaciones de obreros en el corazón de su anarquismo, considerándolas como “una denuncia del sistema del trabajo asalariado” y una “negación del dominio de los capitalistas”. Mientras estas asociaciones siguiesen siendo democráticas (i.e. todas las personas que trabajasen allí serían sus miembros) supondrían una socialización de los medios de vida (aunque dentro del capitalismo). La clave para entender la socialización es recordar que esta trata fundamentalmente sobre el acceso que cada uno tenga el mismo derecho que los demás a acceder a los medios de vida.
Esta era la postura de Proudhon, que “cada individuo empleado en la asociación… tiene una parte indivisible de la compañía”, tiene “el derecho a ocupar cualquier puesto en la compañía, de acuerdo a su sexo, edad, aptitud y duración del empleo” y que “todos los puestos son electivos, y los estatutos están sujetos a la aprobación de todos sus miembros”. Bakunin también era un firme partidario de las cooperativas, como lo era Kropotkin –aunque ambos tenían claras sus limitaciones.
Este debería ser el criterio para cualquier rescate propuesto a partir de ahora: convertir la compañía en una cooperativa dirigida por sus miembros y en la que cualquier nuevo trabajador sea automáticamente un miembro con los mismos derechos que el resto.
Por supuesto, es poco probable que cualquier gobierno esté de acuerdo con este tipo de socialización de las compañías. A menos que se le presione desde abajo, seguirán rescatando o nacionalizando (parcial o totalmente) para mantener funcionando el capitalismo. Si se les ignorase, los trabajadores deberían simplemente socializar sus centros de trabajo ocupándolos y haciéndolos funcionar directamente por ellos mismos. Esto no debería limitarse simplemente a aquellas empresas en busca de rescate. Se deberían ocupar todos los centros de trabajo en peligro -lo que, con suerte, animaría a todos los trabajadores a hacer lo mismo.
El apoyo a las cooperativas debería ser visto como una respuesta práctica a los actuales acontecimientos, un medio de extender el mensaje anarquista y hacer que la gente actúe por sí misma. Como mínimo, ayudará a la gente que está sufriendo la crisis mostrando, al mismo tiempo, que otro mundo es posible. ¡Y es bastante dudoso que la gente cuyo trabajo y comunidad estén en peligro por las decisiones de sus jefes puedan hacer mucho más daño que el que les están haciendo a ellos!
Pero esto sólo es una solución libertaria a corto plazo a la crisis. Una alternativa que puede emplearse para crear algo mejor. El capitalismo ha fallado. Es tiempo de darle una oportunidad a la libertad económica.
http://libcom.org/library/bailouts-or-co-operatives

¿Cooperativas o conflictos?
La nacionalización ha sido desde siempre una demanda básica de la izquierda, pero ahora que una nacionalización sin precedentes del sistema bancario no nos ha llevado al socialismo, parecen justificados los argumentos anarquistas de que el control estatal no le ofrece nada a la clase trabajadora.
Esto crea una oportunidad para presentar las ideas anarquistas no críticas a la izquierda, sino como propuestas con derecho propio. Frente a la demanda de nacionalizar las empresas en apuros, muchos han opuesto la demanda de control obrero. Pero esta demanda no es menos problemática, por dos razones.
En primer lugar, lo que ya es significativo, no estamos en posición de demandar nada. Como una pequeña minoría de nuestra clase, nuestros “llamamientos” a esto o aquello son lamentos impotentes. La nacionalización de los bancos no ocurrió porque los miembros del parlamento escuchasen a los diferentes grupos trotskistas, sino por una necesidad material de prevenir un derrumbamiento del sistema bancario y el consiguiente desplome económico, la caída de los beneficios y el peligro de descontento social que esto conllevaría.
La única manera de que nuestras reivindicaciones se puedan convertir en una necesidad para el capital es que estén respaldadas por un movimiento de clase capaz de imponerlas. Pedir esto o lo otro en ausencia de este poder de clase es hacernos ilusiones; hay asuntos más urgentes a mano. Volveremos a esto en un momento.
El segundo problema está a un nivel más básico. Mientras que muchos se dan cuenta de que el control obrero bajo el capitalismo es simplemente explotación autogestionada, generalmente se reivindica como una especie de demanda intermedia, “realista” en ausencia de revolución. Sin embargo, como la nacionalización, el control obrero no es una reivindicación basada en nuestras necesidades materiales concretas como clase, sino en cómo debería ser gestionado el capital.
El capital no puede ser gestionado en nuestro interés, así que no tiene sentido intentarlo. Por el contrario, debemos plantear reivindicaciones materiales concretas: no a los despidos, no a los recortes en los salarios o en los servicios públicos, no a los desalojos y desahucios; y yendo aún más allá: pedir aumentos, menos horas sin pérdida de sueldo, mejores servicios públicos, etc.
La explotación autogestionda no es sólo un bonito juego de palabras, es un reconocimiento de cómo el capital domina la vida social. Lo hace verticalmente, a través del jefe y lo hace horizontalmente, a través de las fuerzas del mercado. Muchos anarquistas se centran principalmente en el dominio vertical de la jerarquía laboral, y así ven el en control obrero un paso más hacia el comunismo libertario.
Sin embargo, no se trata de ningún peldaño sino de un callejón sin salida. Por ejemplo, yo trabajo en una empresa de servicios financieros. Como os imaginareis, durante una crisis financiera, estamos sintiendo el apretón. Se están produciendo despidos y a los ‘afortunados’ supervivientes se les está haciendo trabajar más tiempo y más duro. Si nos convirtiésemos en una cooperativa, esas mismas fuerzas de mercado que hacen que mis jefes hagan recortes seguirían estando allí, pero no tendríamos nadie a quién decirle NO, tampoco bajo la presión de aumentar la tasa de explotación para sobrevivir en un mercado hostil.
Por supuesto, utilizando los antiguos salarios de los directivos seríamos capaces de despedir menos o de mejorar los salarios. Pero si la empresa tiene los recursos para hacer esto, y solo seríamos capaces de crear una cooperativa con una lucha de clases suficientemente grande como para expropiar a los jefes, deberíamos simplemente reivindicar las cosas materiales concretas que queremos –en este caso estabilidad laboral y mejores condiciones – y no cómo debería ser gestionado el capital para cumplir nuestras necesidades actuales.
Conseguir crear una cooperativa es conseguir cambiar una forma de alienación por otra, la del proletario por la del pequeño burgués. Pero hay una razón por la que los trabajadores son potencialmente una clase revolucionaria y las personas con pequeños negocios no lo son: el antagonismo de clase. Cuando el capital presiona a los jefes a través de las fuerzas del mercado, éstos tienen que imponérselas a los trabajadores, y los trabajadores pueden resistirse. Las necesidades de los trabajadores están en contradicción directa con las necesidades de la acumulación capitalista.
Sin embargo, si nos convertimos en nuestros propios jefes, no tenemos a nadie a quien negarnos y las necesidades del capital aparecen como los imperativos naturales de las fuerzas del mercado. La lucha de clases –y con ella el potencial para el cambio revolucionario- sufre un cortocircuito. Los fines están hechos de medios. Algunos medios nos acercan a lo que queremos, otros lo hacen más lejano y finalmente eliminan su misma posibilidad.
¿Así que cuál es la respuesta comunista libertaria a la crisis? Las reivindicaciones comunistas son reivindicaciones materiales concretas que reflejen nuestras necesidades como trabajadores. Para estar en posición de plantear estas reivindicaciones, necesitamos alcanzar un nivel de poder y confianza de la clase trabajadora actualmente inexistente. Por tanto, nuestra actividad debería dirigirse a aumentar la confianza, el poder y la combatividad del conjunto de la clase trabajadora.
El boletín de trabajadores Tea Break es uno de estos proyectos con este fin, aboga por tácticas comunistas libertarias para conseguir reivindicaciones materiales concretas. Estas tácticas son la defensa de la acción colectiva, para que los trabajadores militantes tejan redes entre ellos o cara a cara, para que las asambleas de masas, que incluyan a todos los trabajadores sin importar su militancia sindical (menos esquiroles y jefes, claro), que controlen la lucha, y porque se relacionen los trabajadores divididos por lugar de trabajo, sector, sindicato, contratos temporales o permanentes y las otras múltiples divisiones actuales (nacionalidad, género, etc.).
Como proyecto concreto dirigido a extender las tácticas comunistas libertarias y aumentar el poder y la confianza de la clase, es al menos un paso pequeño pero definido en la dirección adecuada.
http://www.libcom.org/library/co-ops-or-conflicts

¡Cooperativas y Conflictos!
No estoy seguro de si Joseph Kay (“¿Cooperativas o conflictos?) realmente leyó mi artículo antes de escribir el suyo. Apostaría a que no, ya que suena a la típica respuesta comunista libertaria contra las cooperativas dentro del capitalismo. Si es así, sería una vergüenza ya que tendría que repetirme de alguna forma, dado que el análisis que presenté no ha sido abordado.
Me habría gustado que mi artículo (¿Rescates o cooperativas?) hubiese dejado claro que sugerir las cooperativas era una solución a corto plazo para aquellos trabajadores que se enfrentasen al cierre de sus centros de trabajo o cuyos jefes estuviesen pidiendo un rescate. No abordé el tema de la (así llamada) “explotación autogestionada” simplemente porque es una cuestión diferente, relacionada con el tema de las cooperativas en el capitalismo y el futuro de la sociedad libertaria. Mi artículo original no abordaba ninguno de los dos temas. Al contrario, era una llamada a la acción más una explicación de porqué las cooperativas eran una alternativa socialista válida a los rescates y la nacionalización en la crisis actual.
En primer lugar, necesito apuntar algunas contradicciones en sus argumentos. Afirma que “no estamos en posición de demandar nada. Como una pequeña minoría de nuestra clase, nuestros “llamamientos” a esto o aquello son lamentos impotentes” Aun así, sin ironía, ¡plantea varias “demandas comunistas” que deberíamos hacer! ¿Qué es esto? ¿No estamos en posición de reivindicar nada o debemos plantear reivindicaciones? Asumo lo último, lo que significa que su objeción real a las reivindicaciones de crear cooperativas es que él se opone a esa demanda específica.
Kay sugiere que las “reivindicaciones comunistas son reivindicaciones materiales concretas que reflejen nuestras necesidades como trabajadores”. Aparentemente evitar el desempleo no refleja nuestras necesidades como trabajadores. ¿Está sugiriendo seriamente que los trabajadores, enfrentados al cierre de sus trabajos, deberían simplemente coger sus P451s y dirigirse a la oficina del paro? ¿Que la tarea de los anarquistas no es sólo no proponer las ocupaciones sino oponerse a ellas por “pequeño-burguesas”? ¿O que deberíamos permanecer indiferentes cuando el dinero público (¡nuestro dinero!) se usa para rescatar a los teleñecos que nos metieron en esta crisis?
Irónicamente, enumera algunas “reivindicaciones materiales concretas” que deberíamos hacer (olvidando que no estamos “en posición de demandar nada”), a saber, “no a los despidos, no a los recortes en los salarios o en los servicios públicos, no a los desalojos y desahucios”. ¿No a los desalojos? ¿Como cuando los jefes cierran sus centros de trabajo y desalojan a sus trabajadores de ellos? ¿Y cómo íbamos a evitar los desalojos? ¿Quizás mediante la ocupación? ¿Y cómo van a resistir los ocupantes los subsiguientes “recortes en los salarios” que esto provocaría? (dudo que los jefes les sigan pagando los salarios) ¿Quizás reanudando la producción bajo su propio control? ¿Seguro que la ocupación de los centros de trabajo amenazados de cierre no es una de las muchas “reivindicaciones concretas materiales” que los anarquistas deberíamos hacer?
Y este es un punto crucial. En ningún momento dije que apoyar las cooperativas fuese la única táctica que podíamos plantear en la actual crisis. ¡Al contrario! ¿necesito apuntar que decidir convertir tu trabajo en una cooperativa implica tanto la “defensa de la acción colectiva” como la “asambleas de masas”? ¿Necesito señalar que es una forma de acción directa? ¡Así que se trata de cooperativas y conflictos! Kay dice que las coperativas no tienen sentido a menos que estén:
“respaldadas por un movimiento de clase capaz de imponerlas. Pedir esto o lo otro en ausencia de este poder de clase es hacernos ilusiones; hay asuntos más urgentes a mano”
Pero, como expliqué, plantear que todo rescate tenga como premisa que la empresa se convierta en una cooperativa es un medio de alentar la formación de tal movimiento, un movimiento que podemos estar de acuerdo en decir que tristemente falta. Tampoco puede considerase irse de madre sugerir la posibles soluciones libertarias a los “asuntos urgentes” de los recates, los cierres de empresas y el desempleo.
¿Necesito entonces decir que mi propuesta de crear cooperativas se dirigía a alentar a los trabajadores a actuar por sí mismos, a que se acostumbren a encontrar sus propias soluciones a los problemas causados por la actual crisis? Estoy de acuerdo con Kay en que “nuestra actividad debería dirigirse a aumentar la confianza, el poder y la combatividad del conjunto de la clase trabajadora”. Yo diría que oponer a los rescates y los cierres la reivindicación de las ocupaciones y cooperativas es parte de eso.
Kay gasta algo de tiempo discutiendo las limitaciones de las cooperativas. El capital, dice, “no puede ser gestionado en nuestro interés, así que no tiene sentido intentarlo.” Pero, como Proudhon y Marx dejaron claro, las cooperativas no son capitalistas:
“Supongamos que los trabajadores están ellos mismos en posesión de sus respectivos medios de producción e intercambian sus mercancías unas con otras. Estas mercancías no serían productos del capital” (Marx, Capital, Volumen 3)
Proponer que los trabajadores amenazados de desempleo formen cooperativas difícilmente significa, por citar a Kay, que “la lucha de clases –y con ella el potencial para el cambio revolucionario- sufre un cortocircuito”. ¿Realmente piensa que el estado o el capital dejarán felizmente a los trabajadores expropiar sus centros de trabajo? Lo dudo. Apunté cómo Kropotkin sugirió el control sindical como una alternativa a la nacionalización. Debería apuntar también que hacia 1880, Engels sugirió como una reforma poner las obras públicas y la tierra en poder del Estado en manos de cooperativas obreras en vez de en las de los capitalistas. Así que, ¿realmente estaban Engels y Kropotkin defendiendo el fin de la clase trabajadora como una “clase potencialmente revolucionaria” y el final del “antagonismo de clase” cuando sugerían las cooperativas como una alternativa a la nacionalización? Lo dudo.
Kay sugiere que “generalmente se reivindica como una especie de demanda intermedia, “realista” en ausencia de revolución” pero que “el control obrero bajo el capitalismo es simplemente explotación autogestionada” y que “conseguir crear una cooperativa” sería “cambiar una forma de alienación por otra, la del proletario por la del pequeño burgués.” Me declaro culpable del primer cargo, aunque enfatizaría que mi sugerencia era un intento de acercar la revolución alentando la acción directa de los trabajadores –en otras palabras, no me dirijo al “control obrero bajo el capitalismo” sino más bien al control obrero (entre otras tácticas) como un paso para acabar con el capitalismo.
Sobre lo de la “explotación autogestionada”, simplemente es una idea confusa. “La explotación autogestionda no es sólo un bonito juego de palabras” afirma Kay, pero yo no estoy de acuerdo. Confunde el hecho de que las fuerzas del mercado seguirían existiendo y dominando las vidas de los trabajadores (y esta es una seria objeción) con el capital/trabajo asalariado y por tanto la explotación (en un sentido marxista o anarquista de expropiación del plustrabajo por los no productores). Afirma que “el capital domina la vida social” verticalmente “a través del jefe” y horizontalmente “a través de las fuerzas del mercado”, pero ¿necesito resaltar que el capitalismo es un modo de producción, no un modo de distribución? Los mercados existían antes del capitalismo y un artesano autoempleado trabajando con sus propias herramientas no es explotado por el capitalista. Él dice que si convertimos su centro de trabajo en una cooperativa:
“esas mismas fuerzas de mercado que hacen que mis jefes hagan recortes seguirían estando allí, pero no tendríamos nadie a quien decirle NO, tampoco bajo la presión de aumentar la tasa de explotación para sobrevivir en un mercado hostil”
¿De verdad? ¿Está diciendo que los trabajadores tomarían las mismas decisiones que un jefe en las mismas circunstancias? En último término, su argumento es idéntico al de los defensores del capitalismo: los jefes no tienen poder, el mercado es el que manda. Sin embargo, esto es falso: las fuerzas del mercado pueden hacer que los jefes actúen de cierta manera, pero ser un jefe determina las decisiones tomadas.
Si no fuese así, ¿qué sentido tendrían los sindicatos? ¡No seríamos capaces de conseguir ninguna reforma, ya que el jefe simplemente estaría siguiendo las demandas de las “fuerzas de mercado”! Pero sabemos algo más. El tema de las “fuerzas de mercado” plantea la cuestión de si los jefes practican “explotación autogestionada” cuando ellos toman decisiones que no les gustan (por ejemplo, no comprar esa tercera residencia vacacional por hacer las inversiones que mantengan rentable a su empresa)? ¿es la inversión capitalista “explotación” del capitalista? Los argumentos de Kay nos llevarían, creo, a concluir que lo es, lo que muestra su debilidad.
Afirma que “si la empresa tiene recursos” deberíamos “reivindicar las cosas materiales concretas que queremos”. Pero mi propuesta iba dirigida principalmente a las empresas que están a punto de hundirse. ¿Está sugiriendo realmente que en vez de expropiar al jefe, simplemente aceptemos nuestros P45s? En general, me sorprende que un miembro de la Solidarity Federation se resista a las propuestas de expropiar al capital, de oponerse a la llamada para que los trabajadores ocupen sus centros de trabajo. Que se estén tranquilos cuando el estado rescata o nacionaliza las empresas capitalistas.
En resumen, diría que oponernos a las cooperativas, en vez de apoyarlas, es “no un peldaño sino un callejón sin salida.” Creo que está confundiendo la idea de reforma sistemática a través de cooperativas con una respuesta a los despidos que yo he defendido (de ahí su comentario de que “como la nacionalización, el control obrero no es una reivindicación basada en nuestras necesidades materiales concretas como clase, sino en cómo debería ser gestionado el capital”) Quizás podría decirse que expropiar los centros de trabajo en una situación no revolucionaria es una mala idea, pero ¿por qué es una situación no revolucionaria? ¿Quizás porque los trabajadores no están expropiando sus centros de trabajo?
En general, creo que mi sugerencia de las cooperativas como una alternativa práctica para los libertarios sigue siendo válida. Siempre que, por supuesto, sean vistas como una más entre las muchas formas de la acción directa y la solidaridad. Nuestro objetivo debe ser, entonces, las cooperativas y los conflictos, apoyándose los unos a los otros en un intento de construir primero el movimiento obrero revolucionario que gravemente falta y, en último término, de abolir el capitalismo.
Iain McKay
http://libcom.org/library/co-operatives-conflicts

Sobre cooperativas, conflictos y hombres de paja.
Los dos primeros artículos ¿Rescates o cooperativas? y ¿Cooperativas o conflictos? Fueron publicados en la edición de navidad de 2008 del periódico Freedom. La respuesta de Iain a mi artículo puede encontrarse aquí.
Según nos dirigimos a lo que se espera que sea la recesión más profunda posterior a la Segunda Guerra Mundial, comienza a haber signos de un aumento del conflicto de clases y de los consignas reaccionarias2 y, por tanto, se reafirma la necesidad de discutir una respuesta comunista libertaria a la crisis. Con este fin, responderé a Iain con la esperanza de clarificar algunos de sus malentendidos y distorsiones de mi postura y contribuir así constructivamente a este necesario debate. Para empezar, Iain dice que mis argumentos son contradictorios:
“En primer lugar, necesito apuntar algunas contradicciones en sus argumentos. Afirma que “no estamos en posición de demandar nada. Como una pequeña minoría de nuestra clase, nuestros “llamamientos” a esto o aquello son lamentos impotentes” Aun así, sin ironía, ¡plantea varias “demandas comunistas” que deberíamos hacer! ¿Qué es esto? ¿No estamos en posición de reivindicar nada o debemos plantear reivindicaciones?”
No hay ninguna contradicción aquí, por dos razones importantes. En primer lugar, porque como dejé claro en mi primer artículo, mi objeción a una estrategia basada en las cooperativas es doble:
“En primer lugar, lo que ya es significativo, no estamos en posición de demandar nada. (…) El segundo problema está a un nivel más básico (...) como la nacionalización, el control obrero no es una reivindicación basada en nuestras necesidades materiales concretas como clase, sino en cómo debería ser gestionado el capital.”
Mi argumento es que al igual que las demandas de nacionalización de los trotskos, las demandas anarquistas de cooperativas son impotentes, ya que no estamos en condiciones de forzarlas. Las reivindicaciones sobre cómo debe ser gestionado el capital (por el estado, por asociaciones cooperativas de los trabajadores) no tienen sentido sin un movimiento lo suficientemente fuerte como para imponerlas. Pero en cualquier caso, no representarían una demanda comunista aunque fuéramos lo suficientemente fuertes.
En segundo lugar, incluso en ausencia de un poderoso movimiento obrero, las propuestas respecto a lo que los trabajadores tenemos que hacer no son tan impotentes como las reivindicaciones sobre cómo deber ser gestionado el capital, porque mientras que a los gestores titulares del capital sólo se les podrá convencer por la fuerza, esto es, por la lucha de clases; las huelgas, las ocupaciones y otras formas de acción directa –nuestros compañeros pueden en principio ser convencidos por la fuerza de los argumentos, es decir, por las actividades de propaganda que promuevan las tácticas comunistas libertarias.
Por supuesto, aunque pienses que las cooperativas son una buena idea, necesitamos alcanzar la posición desde las que podamos imponérselas. Iain está de acuerdo por tanto en que el desafío primordial para una respuesta anarquista a la crisis es cómo aumentar el poder y la confianza de la clase –lo que, a diferencia de la gestión del capital, es algo sobre lo que estamos en condiciones de influir actualmente. Dicho esto, merece la pena debatir qué reivindicaciones haríamos con tal poder de clase cómo y cuando exista, ya que hacer lo contrario sería asumir el fracaso desde el principio. Por tanto, merece la pena revisitar mi crítica de una estrategia basada en promover las cooperativas.
Iain resume su argumento diciendo que las cooperativas representan “una alternativa socialista válida a los rescates y la nacionalización en la crisis actual” (aunque dejando claro que “De acuerdo, no es socialismo”). Escribe:
“[Kay] dice que si convertimos su centro de trabajo en una cooperativa: “esas mismas fuerzas de mercado que hacen que mis jefes hagan recortes seguirían estando allí, pero no tendríamos nadie a quién decirle NO, tampoco bajo la presión de aumentar la tasa de explotación para sobrevivir en un mercado hostil” ¿De verdad? ¿Está diciendo que los trabajadores tomarían las mismas decisiones que un jefe en las mismas circunstancias?”
Dejando a un lado que Iain presuma saber más de mi centro de trabajo que yo, ¡uno podría responder a esta cuestión leyendo mi artículo original! De hecho, abordé precisamente la posibilidad de que mi curro se convirtiese en una cooperativa que pudiéramos gestionar de forma distinta diciendo que:
“utilizando los antiguos salarios de los directivos seríamos capaces de despedir menos o de mejorar los salarios. Pero si la empresa tiene los recursos para hacer esto, y sólo seríamos capaces de crear una cooperativa con una lucha de clases suficientemente grande como para expropiar a los jefes, deberíamos simplemente reivindicar las cosas materiales concretas que queremos –en este caso estabilidad laboral y mejores condiciones – y no cómo debería ser gestionado el capital para cumplir nuestras necesidades actuales.”
Sin embargo, la propuesta de Iain “iba dirigida principalmente a las empresas que están a punto de hundirse”. ¿Qué es entonces lo que vamos a tomar y a autogestionar? En el caso de mi trabajo, prestamos dinero que tomamos prestado a los grandes bancos. La manera más probable de que se hundiese es que nuestras deudas subiesen mucho o se cortasen estas líneas de crédito. En cualquiera de los dos casos, una cooperativa se enfrentaría con el mismo problema que el jefe, pero sólo tendría la opción de gestionarlo de forma distinta. Esto mismo es cierto de forma más general para los trabajadores de Woolworths o Zavvi3: la insolvencia de una cooperativa aún es insolvencia. Las ocupaciones pueden ayudar a evitar que los administradores vendan sus activos para pagar a sus acreedores en vez de a los trabajadores, y ayudar a asegurarse que los términos del despido sean más favorables, pero no podrán hacer que la empresa sea viable. Lo único que se podría hacer es que si los trabajadores aumentasen sus horas extras no pagadas obtendrían el plustrabajo necesario para reactivar la rentabilidad de la empresa, pero incluso esa perspectiva tan poco atractiva depende de que los acreedores y los proveedores extiendan créditos y unos términos comerciales factibles a la fábrica ocupada ilegalmente, lo que parece tan probable como que Barclays le dé hipotecas a los okupas.
Lo que dice Iain de que este “argumento es idéntico al de los defensores del capitalismo: los jefes no tienen poder, el mercado es el que manda” es por tanto una tontería. No es ninguna apología del capitalismo entender cómo funciona (irónicamente, decir que las empresas autogestionadas son “socialistas” es mucho más parecido a una apología del capitalismo que cualquier cosa que yo haya escrito). Los jefes no son libres; deben actuar de acuerdo con el mercado. Es casi seguro que no mienten cuando dicen que lamentan tener que despedir a la gente y cosa así, estoy seguro de que ellos preferirían contratar más trabajadores y hacer más beneficio. Por supuesto que prefieren despedir a un trabajador que cobre 15000 libras a bajarse la paga 15000 libras a ellos mismos, así que sí, “un jefe determina las decisiones tomadas”, como dejé claro en mi artículo.
Pero esto nos devuelve al mismo punto. Si los recursos están ahí para evitar los despidos, ¿de qué manera es más realista reivindicar al jefe que entregue su capital a los trabajadores que pedirle, digamos, que se prive de una parte de su salario para salvar trabajos? ¿Qué jefe entregaría su capital antes que rebajarse temporalmente el salario? Iain dice que las cooperativas son una “solución a corto plazo para aquellos trabajadores que se enfrenten al cierre de sus centros de trabajo o cuyos jefes estén pidiendo un rescate” –pero si la expropiación –que es lo que las cooperativas representan- es lo que está en juego, estoy seguro de que la simple salvaguarda de empleos se habrá puesto sobre la mesa mucho tiempo antes.
No es que piense que fuese malo que unos trabajadores despedidos ocupasen su centro de trabajo y tratasen de ponerlo en marcha como una cooperativa (a la Zanon) pero creo que a) no es algo que esté en juego dado el estado actual de la lucha de clases y la severidad de la recesión que viene, b) es menos práctico y realista que reivindicar mejores planes de desempleo (como en Derry http://news.bbc.co.uk/1/hi/northern_ireland/foyle_and_west/7749189.stm o en Polonia, http://libcom.org/news/dismissed-workers-occupy-factory-22012009) o ningún despido en absoluto, y esto teniendo en cuenta que c) no es algo que los comunistas libertarios deban proponer como estrategia, ya que si estuviésemos en condiciones de expropiar capital, las cooperativas serían un callejón sin salida para tal militancia. Dije todo esto en mi artículo original, e Iain todavía no ha explicado por qué las cooperativas son una respuesta más realista a la crisis que las luchas por resistir los recortes o reivindicar unas condiciones de despido decentes –el tipo de luchas que de hecho están ya ocurriendo.
Así que el problema no es cómo se gestiona el capital, sino que es el capital, independientemente de quién lo gestione o cuán democráticamente lo haga. Bucear en busca de citas de Marx no cambia el hecho de que hay dinero en movimiento, que vuelve con un plusvalor (D – M –D’) –los activos de una cooperativa no dejan de ser capital cuando se vota para decidir cómo se usan en una sociedad donde reina la producción generalizada de mercancías y el trabajo asalariado. Esto significa que aún existe un imperativo para acumular con todo el impulso para minimizar el tiempo necesario para realizar una determinada tarea, incluso en una cooperativa. Por esto es acertado hablar de explotación autogestionada. Iain no está de acuerdo, y merece la pena explorar este punto más allá, porque va justo al corazón de lo que la relación social capitalista es, y cómo oponerse a ella. Él dice que:
“Sobre lo de la “explotación autogestionada”, simplemente es una idea confusa. “La explotación autogestionada no es sólo un bonito juego de palabras”, afirma Kay, pero yo no estoy de acuerdo. Confunde el hecho de que las fuerzas del mercado seguirían existiendo y dominando las vidas de los trabajadores (y esta es una seria objeción) con el capital/trabajo asalariado y por tanto la explotación (en un sentido marxista o anarquista de expropiación del plustrabajo por los no productores).”
Una empresa actuando en un mercado competitivo –como sería seguro el caso con empresas “a punto de hundirse”- debe producir suficiente plusvalía para reinvertirla en una oferta en expansión y una nueva tecnología para mantener o mejorar su posición de mercado en relación con sus rivales. Esto significa que la empresa –como concentración de capital que es- tiene una lógica propia. Debe ser alimentada con plustrabajo vivo o morirá. Como trabajo muerto, debe chupar como un vampiro la vida a los vivos, y vivirá más cuanto más nos chupe. Por esto es “explotación en un sentido marxista o anarquista” sin “expropiación del plustrabajo por los no productores”, que es una personificación innecesaria de las relaciones sociales. La empresa puede tener una lógica propia –expandirse o morir- sin que haya un villano con sombrero de copa y monóculo sentado en lo más alto. Esta es la realidad de llevar un negocio, y existe independientemente de cómo se lleve ese negocio (como la tiranía privada de un hombre, un Plc4 o una cooperativa). Así, cuando escribí que “muchos anarquistas se centran principalmente en el dominio vertical de la jerarquía laboral” inconscientemente anticipé el entendimiento parcial que tiene Iain de la relación social capitalista. Así que cuando Iain escribe:
“[Kay] Afirma que “el capital domina la vida social” verticalmente “a través del jefe” y horizontalmente “a través de las fuerzas del mercado”, pero ¿necesito resaltar que el capitalismo es un modo de producción, no un modo de distribución? Los mercados existían antes del capitalismo y un artesano autoempleado trabajando con sus propias herramientas no es explotado por el capitalista.”
...realmente dice lo que yo quiero por mí. Dentro del modo de producción capitalista imperante, la abolición del capitalista, esto es, de la personificación del capital al nivel de la empresa – no abole la explotación del trabajo por el capital, es decir, por el trabajo muerto, lo que requiere un plustrabajo para sostener y expandirlo en relación con sus rivales, para que esos rivales se expandan y se lo traguen o lo echen del negocio.
Apelando a la producción artesana precapitalista para explicar por qué las cooperativas bajo el capitalismo supuestamente no implican la explotación del trabajo, es Iain el que es confuso, y ahistórico además. Comete precisamente el error que advertí de centrarse en el dominio vertical del capital a través de la jerarquía laboral –la persona del jefe- en detrimento de la comprensión del dominio horizontal impuesto por el mercado, el imperativo de acumular –es decir, extraer un plustrabajo del trabajo vivo- inherente a cualquier empresa en el capitalismo, sin importar cómo se gestiona. El hecho de que el mercado es el principal mecanismo por el cual se impone este imperativo no lo convierte en una cuestión de distribución. Bajo el capitalismo, la producción para el mercado, la producción de mercancías, necesita este dinámico ‘crecer o morir’.
Iain tiene razón en que “existe una tradición anarquista que reclama este tipo de demandas [de cooperativas]”, precisamente por la razón de que existe toda una tradición anarquista de centrarse como miopes en el aspecto jerárquico de la relación capitalista en detrimento de su aspecto horizontal –y de esta forma defendiendo la libertad burguesa del mercado contra el despotismo de la producción, que es su contrapunto necesario. Proudhon, Kropotkin, etc. al menos tenían la excusa de no tener la riqueza de la retrospección que podemos permitirnos a principios del siglo XXI. No importa lo erudito que se ponga Iain para reunir su ejército de autoridades, él no tiene la misma excusa.5 La consigna “es tiempo de darle una oportunidad a la libertad económica” está precisamente en esta tradición –la tradición del socialismo del pequeño comercio del siglo XIX que fue desacreditada práctica e intelectualmente hace mucho tiempo.6
Habiendo abordado los temas más importantes, siento que debo abordar ahora algunas de las más bien poco compañeras acusaciones y distorsiones con las que Iain ha salpimentado su respuesta. Él se pregunta:
“¿Está sugiriendo seriamente que los trabajadores, enfrentados al cierre de sus trabajos, deberían simplemente coger sus P457s y dirigirse a la oficina del paro? Que la tarea de los anarquistas no es sólo no sugerir las ocupaciones sino oponerse a ellas por “pequeño-burguesas”? (…) Me sorprende que un miembro de la Solidarity Federation se resista a las propuestas de expropiar al capital, de oponerse a la llamada para que los trabajadores ocupen sus centros de trabajo”
Esta es una insinuación ridícula, hecha (no es sorprendente) sin ninguna cita de mi artículo. Esto es así, por supuesto, porque en ninguna parte me opongo a que los trabajadores ocupen sus centros de trabajo o propongo que los trabajadores “simplemente cojan sus p45s”. Si lo dudáis, simplemente echad un vistazo a lo que escribí en mi artículo al que Iain supuestamente responde:
“debemos plantear reivindicaciones materiales concretas: no a los despidos, no a los recortes en los salarios o en los servicios públicos, no a los desalojos y desahucios.”
Realmente no podía ser más claro que esto, e Iain tiene el beneficio de haber leído mi artículo antes de responderme, así que en realidad no hay excusa (nuestros dos artículos fueron escritos simultáneamente, “en ciego”). Me gustaría por tanto que retirase esta acusación, porque se hace más difícil tener una discusión honesta cuando eres condenado precisamente por cosas opuestas a las que de hecho has dicho. Las ocupaciones de centros de trabajo son algo que indudablemente apoyo, mi posición es que reivindicar que se conviertan en cooperativas es desacertado. Iain llega a decir:
“Quizás podría decirse que expropiar los centros de trabajo en una situación no revolucionaria es una mala idea, pero ¿por qué es una situación no revolucionaria? ¿Quizás porque los trabajadores no están expropiando sus centros de trabajo?”
Desafortunadamente, esto tiene todo el rigor lógico de sugerir que la nieve de fuera es causada por la baja temperatura del termómetro. Claramente las “situaciones revolucionarias” no son creadas por la expropiación de centros de trabajo sino que se caracterizan por ello. Las revoluciones son la expresión más alta de la lucha de clases y por eso la cuestión es “¿cómo podemos conseguir aumentar el nivel de la lucha de clases?” Este es un asunto mucho más importante, ya que hasta que no suceda algún aumento, cualquier reivindicación que ideemos carece de sentido (no pretendo que un aumento en la lucha de clases vaya a venir simplemente por responder a esta pregunta, pero la cuestión debe ser planteada dado que somos trabajadores que vamos a estar jodidos durante toda la crisis y que sólo podemos defendernos colectivamente)
Para tratar de responder a esta pregunta, la sección local de Brighton de la Solidarity Federation ha sacado recientemente un panfleto sobre estrategia y organización anarcosindicalista8. Apostamos por intentar crear redes de militantes sobre una base industrial y regional que puedan alentar prácticas de solidaridad, acción directa y control desde la base entre sus compañeros de trabajo y el resto de la clase. Creemos que los trabajadores que estén de acuerdo con estos principios deberían encontrarse unos con otros y difundir propaganda defendiendo las asambleas masivas en los centros de trabajo y la acción directa colectiva. Las reivindicaciones que exponemos son reivindicaciones concretas relacionadas con nuestras necesidades actuales (contra los recortes de empleos y sueldo, por seguridad en los ingresos y el trabajo, en caso de que en cualquier caso tengan lugar los despidos por mejores finiquitos, etc.)
Por supuesto, podríamos haber incluido las ocupaciones de centros de trabajo como un ejemplo de acción directa colectiva, pero veo un error alentar a los trabajadores a intentar hacerse con los negocios a punto de hundirse cuando nos dirigimos hacia la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, ya que aunque se pudiese dar la vuelta a la situación de estas empresas, sólo sería posible a costa de un esfuerzo masivo extra en términos de horas extras no pagadas y cosas así, el tipo de cosas a las que con razón nos resistiríamos si fuesen impuestas por el jefe, pero que no tendríamos otra opción que aceptar si les fuesen impuestas por el mercado a las cooperativas de autoempleo. Finalmente, siento que debo abordar un punto más que oculta dos supuestos impropios de un comunista libertario. Iain escribe:
¿Está sugiriendo seriamente que (...) deberíamos permanecer indiferentes cuando el dinero público (¡nuestro dinero!) se usa para rescatar a los teleñecos que nos metieron en esta crisis?
En primer lugar, la identificación de los fondos públicos, i.e. del Estado, con “¡nuestro!” dinero (con exclamaciones, ni más ni menos) requiere una embarazosa reducción de la población con el estado. Los fondos públicos recaudados a través de los impuestos son tan ‘nuestros’ como el Bentley de mi jefe es ‘mio’, ya que los ingresos por impuestos representan la porción estatal del plusvalor expropiado por la clase capitalista.9 Por supuesto que los impuestos son una forma más visible que otras de plusvalía, pero no son más ‘nuestras’ por eso. La idea del ‘dinero del contribuyente’ puede suponer una ventaja retórica para los oradores populistas, pero es un pilar de la ideología burguesa que comparten desde George Galloway10 a David Cameron.11 Habría supuesto que los anarquistas serían capaces de ver a través de semejante burda reducción (identificación) de la población en (con) el estado.
En segundo lugar, repite la línea de un ejemplar de la ideología burguesa como es el primer ministro, de que la culpa de la crisis es de los banqueros.12 No es que no haya banqueros avariciosos o temerarios, sino que cualquier análisis materialista y comunista de la crisis debe ver las causas subyacentes de la crisis más allá de estos chivos expiatorios del populismo. Por supuesto, sin estos préstamos ‘irresponsables’, la economía no habría experimentado la década de constante crecimiento a costa del crédito sobre la que Brown ha construido su reputación, lo que una vez más demuestra la vacuidad de la idea de que los banqueros “nos metieron en la crisis”.
Como conclusión creo que Iain no ha conseguido defender su afirmación de que las cooperativas representan “una alternativa socialista válida a los rescates y la nacionalización en la crisis actual (...) una alternativa práctica para los libertarios”. Por el contrario, ha distorsionado mis objeciones y expuesto, sin duda siguiendo a cierta parte de la ‘tradición anarquista’, que montar tu propio negocio es una estrategia útil en la lucha de clases. Al hacerlo ha demostrado diversos supuestos bastante cercanos a la ideología burguesa: que el mercado representa una libertad por la que merece la pena luchar, que las finanzas públicas son ‘nuestro dinero’ y que la crisis es totalmente culpa de algunos banqueros y no que está enraizada en las mismas contradicciones de la acumulación capitalista.
Por tanto mantengo que una respuesta comunista libertaria a la crisis es aquella que incremente el poder, la confianza y la autoorganización de la clase para plantear reivindicaciones concretas que queremos del capital, y no una que proponga maneras “realistas” de gestionar mejor el capital (por ejemplo, cooperativa en vez de jerárquicamente), ya que puesto que el capital no puede ser gestionado en nuestro interés no tiene ningún sentido intentarlo. Una estrategia de promover cooperativas y conflictos en el siglo XXI tiene tanto que ver con el comunismo -el movimiento real que reafirma nuestras necesidades contra el estado actual de las cosas- como la nacionalización y el conflicto lo tenían en el siglo XX. Debemos aprender a dejar de intentar gestionar el capital en vez de combatirlo.
http://libcom.org/library/co-ops-conflicts-straw-men

1 El p45 es un certificado que te da el jefe en Inglaterra cuando dejas de currar en el que declara cuánto dinero has cobrado y cuanto te han deducido del salario para impuestos.

2 Se refiere a las huelgas salvajes en las que se pedía “El trabajo británico para los trabajadores británicos”

3 Dos supermercados ingleses

4 Controlador lógico programable

5 De todas las falacias lógicas que uno podría esperar de un anarquista, el recurso a la autoridad son quizás los más irónicos (“como Proudhon y Marx dejaron claro”). He contado a Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Marx y Engels. Una falange más que un ejército, lo reconozco, pero ¿qué relación tienen las estrategias políticas de los famosos del siglo XIX con la crisis actual? Como esto no se explica, se espera que seamos cautivados por su autoridad. ¿Realmente estaban Engels y Kropotkin defendiendo el fin de la clase trabajadora como una “clase potencialmente revolucionaria” y el final del “antagonismo de clase” cuando sugerían las cooperativas como una alternativa a la nacionalización? Lo dudo. “

6 Me viene a la mente la demolición que hizo Marx de Proudhon en Miseria de la filosofía

7 El p45 es un certificado que te da el jefe en Inglaterra cuando dejas de currar en el que declara cuánto dinero has cobrado y cuanto te han deducido del salario para impuestos.

8 http://libcom.org/library/strategy-struggle-anarcho-syndicalism-21st-century

9 Por ejemplo, el impuesto sobre el salario nunca entra en la cuenta corriente del trabajador ya que es pagado directamente al Estado por el empleador. Un aumento en los impuestos sobre los salarios supondría un ataque contra éstos de la misma forma que lo haría un recorte directo, sólo que generalizado a toda la sociedad. Ambos representan un incremento del valor apropiado por el capitalista y un ataque al precio de la fuerza de trabajo, que de no ser resistido resultaría en un menor nivel de vida, es decir, una reproducción de la fuerza de trabajo a un menor coste.

10 Político británico miembro del Partido Laborista y conocido por sus campañas a favor de los palestinos y su defensa de Hezbolá en Líbano.

11 Líder del Partido Conservador británico.

12 Gordon Brown (primer ministro británico) ha dicho de los banqueros de la City que está “furioso por su comportamiento irresponsable (…) con una toma de riesgos excesiva e irresponsable que debe ser castigada”

Traducido por Grupo Ruptura

Comments

Steven.

14 years 4 months ago

In reply to by libcom.org

Submitted by Steven. on December 9, 2009

thank you so much for translating this.

Just one quick question - would you be able to edit the short intro currently in English to have that in Spanish as well? Just because that's how we organise foreign language content. Many many thanks again!

grupo_ruptura

14 years 4 months ago

In reply to by libcom.org

Submitted by grupo_ruptura on December 9, 2009

Here it is, Steven:

Traducción al castellano de un debate en Libcom acerca de las cooperativas y la autogestión y su uso como herramienta estratégica.

Thanks, Steven

grupo_ruptura

14 years 4 months ago

In reply to by libcom.org

Submitted by grupo_ruptura on December 9, 2009

changed

gypsy

14 years 4 months ago

In reply to by libcom.org

Submitted by gypsy on December 10, 2009

de donde eres?

grupo_ruptura

14 years 4 months ago

In reply to by libcom.org

Submitted by grupo_ruptura on December 11, 2009

EL grupo ruptura es un grupo anticapitalista de Madrid. Podreis descargaros nuestra publicación en:

The Rupture Group is an anticapitalist collective from Madrid, you can download our publication from:

www.klinamen.org/textos/ruptura1.pdf
www.klinamen.org/textos/ruptura2.pdf
www.klinamen.org/textos/ruptura3.pdf
www.klinamen.org/textos/ruptura4.pdf

Steven.

14 years 4 months ago

In reply to by libcom.org

Submitted by Steven. on December 12, 2009

so does your group hold similar positions to ours do you think?